Elefante africano de sabana (Loxodonta africana). VU (Vulnerable).
Los elefantes africanos se dividen en dos especies, el elefante africano de sabana (Loxodonta africana) y el elefante africano de selva (Loxodonta cyclotis). Actualmente, se postula la posibilidad de la existencia de una tercera especie, el elefante africano occidental, sin embargo es necesario un análisis más profundo y más datos para confirmar o rebatir la existencia de este nuevo taxón.
El elefante africano de sabana es el animal terrestre más grande existente en la actualidad. Los machos, de mayor tamaño que las hembras, pueden alcanzar los 3.75 m de altura hasta la cruz, mientras que las hembras alcanzan los 3 m. Crecen a lo largo de toda su vida, habiéndose documentado machos con una altura de 4 y 4.50 m hasta la cruz. Pueden pesar entre 3600 y 6000 kg, siendo la media de unos 4500 kg.
La primera vez que vi un elefante en estado salvaje he de reconocer que, en un primer momento, no me pareció tan grande, posiblemente por la imagen, un tanto mitificada que, durante décadas, tuve de un animal tan conocido y peculiar. También he de decir que tenía en mente que esto podía pasar. Cuando has imaginado durante tanto tiempo a ciertos animales sabes que corres el riesgo de imaginarte algunas características exageradas. Fue una hembra que comía tranquilamente y que encontramos tras haber cruzado la frontera con Botswana una hora después de haber aterrizado en Victoria Falls, Zimbabwe, pero posteriores observaciones te ponen los pies en la tierra y ves lo impresionantes que son estos animales. Como esa misma noche, cuando esperaba pacientemente frente una charca iluminada por un foco y, en absoluto silencio, un gran ejemplar apareció a unos metros y cruzó parsimoniosamente frente a mí dejándome una cara que me hubiera gustado ver.
En otra ocasión, volví a ser plenamente consciente del tamaño de estos animales al encontrar por sorpresa a uno de estos gigantes justo a nuestro lado al rodear con el todo-terreno unos arbustos. El animal, tan sorprendido como nosotros, tuvo a bien dar un par de pasos hacia atrás y retirarse. Antes de eso, y tras la inicial sorpresa, pude hacerle esta foto con la cámara que llevaba el objetivo angular.
Cuando encuentran agua es frecuente observar cómo se dan baños de barro y de polvo para protegerse de los insectos y del calor. Esto hace que el color que adquieran tenga mucho que ver con el del terreno en el que se encuentran.
La primera vez que vi un elefante en estado salvaje he de reconocer que, en un primer momento, no me pareció tan grande, posiblemente por la imagen, un tanto mitificada que, durante décadas, tuve de un animal tan conocido y peculiar. También he de decir que tenía en mente que esto podía pasar. Cuando has imaginado durante tanto tiempo a ciertos animales sabes que corres el riesgo de imaginarte algunas características exageradas. Fue una hembra que comía tranquilamente y que encontramos tras haber cruzado la frontera con Botswana una hora después de haber aterrizado en Victoria Falls, Zimbabwe, pero posteriores observaciones te ponen los pies en la tierra y ves lo impresionantes que son estos animales. Como esa misma noche, cuando esperaba pacientemente frente una charca iluminada por un foco y, en absoluto silencio, un gran ejemplar apareció a unos metros y cruzó parsimoniosamente frente a mí dejándome una cara que me hubiera gustado ver.
Cuando encuentran agua es frecuente observar cómo se dan baños de barro y de polvo para protegerse de los insectos y del calor. Esto hace que el color que adquieran tenga mucho que ver con el del terreno en el que se encuentran.
Estos grandes vegetarianos pueden consumir ingentes cantidades de alimento (entre 100 y 300 kg al día) que aprovechan poco a la hora de hacer la digestión, lo cual es apreciable en sus excrementos fibrosos y con elementos reconocibles. Consumen hojas, pasto, frutos y, en época de escasez, cortezas, raíces, ramas, etc. En zonas donde hay elefantes es frecuente ver árboles derribados, ramas desgajadas y cortezas arrancadas. Hasta que no ves como rompen y mastican ramas secas del grosor del brazo de un atleta te cuesta creer que puedan hacerlo. El comentario que recuerdo hacer es el de que yo no soportaba clavarme una astilla en un dedo, y ellos mastican y tragan esa madera.
Los frutos de diferentes especies son un alimento muy apreciado por los paquidermos, como es el caso de los del árbol salchica (Kigelia africana). En la fotografía "Las salchichas del elefante", un elefante arrancaba estos frutos durante la mañana, obligándonos a esperar para salir andando del campamento a dar una vuelta para buscar rastros.
Cuando visité ese lugar tenían un problema con la conducción de agua que llenaba la charca y los elefantes buscaban desesperados calmar su sed. Llegaban corriendo irritados y se encontraban con un muro de cuerpos gigantescos que sorbían el hilo de agua que manaba hacia la charca seca. Se bebieron el contenido de la piscina que se encuentra al lado del bar y reventaron algún depósito de agua de los alojamientos. Aún así hicieron gala de un comportamiento bastante tolerante frente a los ruidosos primates que les observaban y hacían fotos (siempre manteniendo las distancias).
"La piscina". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephants Sands, Botswana
"Presto para el asalto". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Reunión de gigantes". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Ni un paso más". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Hasta luego". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephants Sands, Botswana
"Lamprea de elefante". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Manguera". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Se escribe con J". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Montacargas". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
Elephants Sands, Botswana
"Presto para el asalto". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Reunión de gigantes". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Ni un paso más". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Hasta luego". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephants Sands, Botswana
"Lamprea de elefante". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Manguera". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Se escribe con J". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
"Montacargas". Pedro V. Albaladejo Fresnadillo
Elephant Sands, Botswana
Sus grandes orejas les permiten termorregular su cuerpo gracias a la dispersión de calor desde los vasos sanguíneos que las recorren. La trompa, posiblemente el elemento más llamativo del elefante, posee 6 grupos musculares principales, con unas 100000 subunidades musculares que dan una gran versatilidad a sus movimientos. En el extremo, el elefante africano presenta dos protuberancias a modo de dedos con las que puede manipular incluso objetos de pequeñas dimensiones (el elefante asiático sólo posee una). Los colmillos, desde presentes y de gran tamaño hasta totalmente ausentes, son dos incisivos superiores. Las siguientes piezas bucales que aparecen en su boca son cuatro grandes molares, que se renuevan un total de tres veces.
En Savuti fotografié a un ejemplar al que le faltaba una buena porción frontal de la trompa, de manera que se veían perfectamente los conductos nasales. La herida parecía cicatrizada ya desde hace tiempo y supuse que podía deberse a, o bien un enfrentamiento con leones cuando tenía una edad menor (y menor tamaño), o bien haber sido causada por un acto de furtivismo, un cable o algo similar. Desde mi desconocimiento de lo que sucedió realmente, me inclino a pensar en un intento de depredación por parte de leones.
Mientras que las rodadas de un 4x4 se hunden en la arena, en esta fotografía que hice en el Kalahari de Botswana se observa cómo las patas de los elefantes actúan como unas raquetas que les permiten caminar sin dificultad en la superficie. Este ejemplar se dirigía hacia la izquierda de la foto, según el rastro. Las huellas de las patas delanteras son circulares, mientras que las traseras, más ovaladas, suelen superponerse ligeramente a la parte trasera de las huellas delanteras. El dibujo que forman en superficies de sustrato fino puede permitir identificar individualmente a cada ejemplar, como si de una huella digital se tratase.
NOTA: Recientemente (mayo de 2022), un colega de profesión que trabaja en conservación en África me ha dado su opinión sobre el ejemplar de esta imagen. Parece ser que podría deberse a otra posibilidad que no he contemplado, y es que, en su opinión, los caninos de los leones pueden ser demasiado frágiles para rasgar la trompa de un elefante (aunque el ejemplar de la fotografía presente una herida hecha hace tiempo, quizás cuando era bastante joven), lo que le hace pensar en la posibilidad de que la herida fuese provocada por hienas. Sea como sea, es sorprendente la resiliencia de estos animales.
La gestación en estos mamíferos tiene una duración de 22 meses, tras los cuales nace una única cría (rara vez dos) de unos 120 kg de peso. Tras el parto, pasarán entre 4 y 9 años hasta que esa hembra vuelva a tener otra cría. La madurez sexual se alcanza entre los 10 y los 12 años de edad, y la longevidad, en estado salvaje, es de unos 70 años. Mientras que el nacimiento de la cría ocurre en el seno de un grupo matriarcal, con hembras y jóvenes, los machos abandonan el grupo cuando alcanzan la madurez sexual, pasando a vivir en solitario o en grupos de solteros.
Cuando veo al jovencito de la fotografía "Tiempo de juegos", me lo imagino pensando: "Tras un refrescante baño es imposible resistirse a jugar mientras uno se revuelca en la arena... Después de todo, hago lo que dice mamá, pero de una manera más divertida."
El elefante africano aparece en bosque denso, sabana abierta y cerrada, pastizales e incluso en desiertos áridos. Desde las laderas de las montañas hasta el nivel del mar, y desde las zonas tropicales hasta la zona templada del sur. Uno de esos lugares es el Delta del Okavango.
Nuevos surcos se superponen sobre los anteriormente trazados por las patas de elefantes e hipopótamos en la vegetación palustre de los canales del Delta del Okavango. Como azadas que modifican el curso de los canales, crean líneas, a veces imperceptibles y a veces profundas, que se dibujan en la piel de este rico humedal. Esos caminos, que más tarde navegaría en mokoro, son fácilmente visibles desde el aire desde una avioneta que da violentos saltos por las térmicas ascendentes que la golpean mientras tiene la puerta del piloto cerrada con una cuerda, esa avioneta con un "aire acondicionado" asfixiante y permanentemente conectado para "refrigerar" una cabina que supera los 50º C, y con la que aterrizamos en una pista clausurada. Aún no sé como pude hacer esta fotografía en la que tres elefantes recorren uno de esos caminos mientras sostenía en una mano la bolsa para vomitar y en la otra la cámara con teleobjetivo.
Son las patas y las bocas de los grandes animales las que abren camino en el interminable manto de papiro del delta. Y son los mokoros las embarcaciones destinadas a recorrer este intrincado sistema de canales. Mientras el sol cae, y la cadencia de los movimientos acompaña al íntimo rumor de la canoa, pienso en la nada descabellada posibilidad de que uno de esos ingenieros de grandes colmillos esté tras la siguiente curva.
"Por ahí abajo parece imposible sacar sólo una especie por foto...", me decía un colega al ver imágenes como esta en la que se ven de fondo dos elefantes recorriendo un ambiente que comparten con tántalos africanos (Mycteria ibis) y ese hermoso depredador que es el leopardo (Panthera pardus).
A pesar de su talla corporal, estimar el tamaño de sus poblaciones es complejo debido a la gran gama de hábitats que ocupa, a la amplia extensión de su área de distribución y a su carácter migratorio. Si a esto le sumamos otros factores históricos y políticos de las regiones donde se presentaba la especie, tener una visión aproximada de la evolución de sus poblaciones es algo muy complicado.
No hay estimaciones fiables del número de individuos de la población continental antes de finales de 1970. Desde los años 1990, se lleva haciendo un esfuerzo de estandarización de los métodos de estudio de las poblaciones del elefante africano, con lo cual se ha avanzado notablemente en el conocimiento de la situación en la que se encuentran. En la actualidad, se cataloga por la UICN dentro de la categoría de Vulnerable (concretamente, Vulnerable A2a).
En "Shake your body", fotografié a un elefante ugandés y pude comprobar cómo su carácter no era tan tolerante con nuestra presencia como el de los que había visto en Botswana. Agitar la cabeza, abrir las orejas, y hacer un ademán de carga fueron señales más que suficientes como para darnos cuenta de que "le incomodábamos". De hecho, en ""Cuando un elefante se cabrea..." no te fijas ni en el muro que protege el depósito de camiones que hay detrás. Otro ejemplar cargó desde la orilla para manifestar la opinión que le merecía nuestra lancha en el canal de Kazinga, también en Uganda. Posiblemente, la presión y confrontación más intensa con el ser humano en estas zonas les haga comportarse de una forma más beligerante.
En "Shake your body", fotografié a un elefante ugandés y pude comprobar cómo su carácter no era tan tolerante con nuestra presencia como el de los que había visto en Botswana. Agitar la cabeza, abrir las orejas, y hacer un ademán de carga fueron señales más que suficientes como para darnos cuenta de que "le incomodábamos". De hecho, en ""Cuando un elefante se cabrea..." no te fijas ni en el muro que protege el depósito de camiones que hay detrás. Otro ejemplar cargó desde la orilla para manifestar la opinión que le merecía nuestra lancha en el canal de Kazinga, también en Uganda. Posiblemente, la presión y confrontación más intensa con el ser humano en estas zonas les haga comportarse de una forma más beligerante.
El elefante africano está presente en la actualidad en 37 países del África Subsahariana, con una distribución cada vez más fragmentada.
Los conocimientos sobre esta distribución varían considerablemente en función de la zona, siendo notables en el este, sur y oeste de África, mientras que en gran parte del África central la información que se tiene es poco fiable.
Mientras que en algunas poblaciones existe una tendencia decreciente en el número de individuos, las grandes poblaciones del este y sur de África están experimentando un incremento considerable.
Durante mucho tiempo, la caza furtiva por la carne y el marfil fue la principal causa de su declive. Actualmente, la principal amenaza es la pérdida de hábitat y la fragmentación de los mismos por factores antrópicos (sin que haya desaparecido el problema del furtivismo). Mientras que el 70% del rango de distribución se encuentra en zonas sin protección, las poblaciones más numerosas sí están en áreas protegidas.
El carácter migratorio de esta especie ha hecho necesaria una cada vez mayor coadministración transfronteriza entre varios países.
Las evidentes muestras de nerviosismo que mostraba este ejemplar al detectarnos daban buena cuenta de que no sólo el ser humano sufre las cicatrices psicológicas de un conflicto armado. Los elefantes del Parque Nacional Gorongosa fueron una más de las víctimas de una cruenta guerra que les golpeó intensamente hasta casi erradicarlos.
Los supervivientes recuerdan aquellos hechos, recuerdan cómo los humanos mataban a miembros de su grupo para obtener carne y traficar con sus colmillos para financiar la compra de armas. Los elefantes de Gorongosa aún recuerdan, y les hace esquivos y agresivos cuando tienen cerca a nuestra especie.
Es lo que sucedió cuando observamos a este otro grupo, oculto a buena distancia entre los árboles. Nerviosos, nos miraban hasta que, repentinamente, cargaron contra nosotros, haciéndonos huir a toda velocidad y deteniéndonos de nuevo a una distancia prudencial una vez que ellos se frenaron. Fueron, en total, dos cargas. En la serie de imágenes que aquí aparecen se les observa excitados tras la primera carga, después se ven unas fotografías trepidadas mientras realizaban la segunda carga y nosotros huíamos a toda velocidad y, finalmente, se ve cómo nos observan cuando ya nos han dejado claro que nuestra compañía no les es grata.
En este momento, arranca la segunda carga.
Las medidas de conservación pueden dar lugar a incrementos locales en el número de individuos, lo que puede provocar una carga sobre los hábitats. Las intervenciones para reducir las densidades locales en el número de elefantes han sido limitadas, fundamentalmente a través de traslocaciones o anticoncepción. El sacrificio a gran escala no se ha realizado como herramienta de gestión desde 1988 en Zimbabwe y desde 1994 en Sudáfrica.
La caza deportiva está permitida en varios países. Algunos programas en los que los ingresos de esta modalidad de caza revierte directamente en la población humana local parecen mejorar la tolerancia frente a los elefantes, reduciendo el nivel de conflicto con los humanos.
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